4 Ataduras Espirituales Por Relaciones Sexuales

Muchas personas alrededor del mundo padecen ataduras espirituales por relaciones sexuales, lo que genera una situación contraria al mensaje emanado de Dios. Este tipo de ataduras enferman al alma y al espíritu, debido a que se encuentran asociadas a comportamientos inmorales, lo que empaña la pureza del espíritu.

Índice

Ataduras espirituales causadas por relaciones sexuales

Ataduras espirituales por relaciones sexuales

Entre los tipos de ataduras espirituales causadas por relaciones sexuales se encuentran las siguientes:

1.- Ataduras a pensamientos inmorales

Estar atado de manera constante a pensamientos inmorales repercute negativamente en la paz del espíritu. El imaginar repetidamente tener relaciones sexuales antes o fuera del matrimonio se considera un acto de inmoralidad.

Dios trajo al mundo a los seres humanos para que fueran practicantes de la fidelidad, que es uno de los actos más sagrados que puede existir. La lealtad hacia las personas no tiene precio, por ello la infidelidad está considerada como uno de los mayores pecados de la humanidad.

El sostener relaciones sexuales con una pareja desconocida trae consigo una gran atadura espiritual, ya que se está traicionando a la moralidad y a las buenas costumbres, lo que resulta contrario a la palabra del jefe supremo de la humanidad.

2.- Ataduras a hábitos impuros

El estar atado a hábitos impuros genera que la mente y el cuerpo cometan el error de caer en pecado. Hábitos como la adicción a imágenes pornográficas, fantasías sexuales de todo tipo, la masturbación y la práctica de la prostitución son considerados como actos que van en contra de la espiritualidad.

Dios no aprueba este tipo de actitudes que resultan contrarias al contenido de su mensaje, que está sustentado en el respeto, el amor, la verdad y la fidelidad. Al relacionarse con la práctica de hábitos impuros se está cayendo en el error de traicionar a Dios, afectando notablemente la relación de padre e hijo.

3.- Ataduras a una vida sexual desordenada

El padre celestial trajo al mundo a sus hijos para que se amen los unos a los otros, siempre y cuando ese amor esté basado en el respeto, la moralidad, la buena comunicación, la solidaridad, el apoyo incondicional y la fidelidad.

La sexualidad como todo acto en la vida, tiene su tiempo, tiene su momento, por lo que debe ser practicada cuando se tenga la plena y total madurez, ya que es un acto que al ser efectuado requiere de mucha seguridad y responsabilidad.

Dios no creó a los hombres y a las mujeres para que éstos hicieran un uso irresponsable y desmedido de su cuerpo, todo lo contrario, el cuerpo debe ser entregado a otra persona cuando el alma y el espíritu así lo indiquen, todo es una conexión que deriva de uno de los sentimientos más puros que existe, que es el amor.

Una vida sexual desordenada está relacionada con uno de los grandes males de la humanidad, que es la promiscuidad. Esto puede generar grandes consecuencias físicas, como enfermedades de transmisión sexual y padecimientos de todo tipo, pero por sobre todas las cosas le causa un daño irreparable al alma y al espíritu, ya que estos perderán su libertad, su pureza y su paz.

Por esta razón, el practicante de una vida sexual sin disciplina ni apego a la moralidad vivirá siempre atado, encerrado y perdido en un túnel sin luz ni salida, atrapado en su propio laberinto. Esta situación genera un gran desconcierto emocional y espiritual, por lo que apoyarse en la fe en Dios es necesario y fundamental para poder salir adelante.

4.- Ataduras a perversiones sexuales

Las perversiones sexuales vienen dadas por la práctica del exhibicionismo, el travestismo, el bestialismo, el fetichismo, entre otros actos que carecen de pureza y moralidad.

La perversión sexual está considerada como un trastorno que puede generar lamentables consecuencias, por lo que el ser humano que esté atado espiritualmente con este acto tan lamentable requiere de ayuda que le permita purificar su alma y sanar sus heridas.

La comunicación con Dios es la mejor vía para canalizar todas esas ataduras que afectan al espíritu y al alma, el jefe supremo de la humanidad siempre está dispuesto a escuchar, a aconsejar y a guiar, pero por sobre todas las cosas el señor siempre está presto a otorgar el perdón.

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