Derramamientos De La Sangre De Jesús - Características Y Significados
El hombre, desde que desobedeció a Dios, ha tenido que enfrentar la responsabilidad de sus actos, entre ellas la separación de su creador que, por su molestia, lo alejó del paraíso destinado para sus creaciones.
Sin embargo, a pesar de estas acciones de rebeldía y desobediencia, Dios no abandonó del todo a su obra, desarrollando algo tan representativo -tanto de su ira como de clamor de justicia- ante la infracción del hombre. De esta forma, Dios refleja todo su amor y redención a través de la sangre derramada por su hijo, Jesús.
En consecuencia, es importante conocer las características de los 7 derramamientos de la sangre de Jesús y su significado para los hijos de Dios, acercando al hombre la oportunidad de conocer el paraíso creado para él, buscando la reconciliación y la unión fracturada ante la desobediencia.
- Primer derramamiento de la sangre de Jesús: la fidelidad
- Segundo derramamiento de la sangre de Jesús: la redención
- Cuarto derramamiento de la sangre de Jesús: la identidad
- Quinto derramamiento de la sangre de Jesús: la productividad
- Sexto derramamiento de la sangre de Jesús: el propósito
- Séptimo derramamiento de la sangre de Jesús: la consagración
- El Poder del derramamiento de la sangre de Jesús
Primer derramamiento de la sangre de Jesús: la fidelidad
Jesús, el hijo de Dios fue enviado para redimir al hombre de sus pecados, representando de esta forma la salvación de su alma y un mayor acercamiento a Dios.
La primera vez en la que Jesús derramó su sangre por el hombre, fue durante su permanencia en el huerto de Getsemaní.
«Y estando en agonía, oraba más fuertemente, su sudor era como grandes gotas de sangre que se derramaban sobre la tierra» (Lucas 21:44).
«De esta forma, Jesús siendo enviado por Dios no estimó ser igual a él, aferrándose como un siervo y permaneciendo obediente hasta su muerte en la cruz» (Filipenses 2:4-8).
De este modo, el sudor representó la fidelidad de Jesús ante Dios que, a pesar de sus temores y estímulos, no desestimó cumplir con la tarea dada por su padre para salvar el alma del hombre.
Segundo derramamiento de la sangre de Jesús: la redención
La segunda ocasión en la que Jesús derramó su sangre en la tierra, fue cuando su cuerpo fue azotado en Roma.
«Al observar Pilato todo el alboroto generado por su pueblo, tomó agua y en frente de él se lavó sus manos exponiendo: inocente yo de la sangre de este hombre justo, allá ustedes; a lo que el pueblo respondió: que su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos» (Mateo 27:24-25).
«Pilato, buscando satisfacer la voluntad de su pueblo les entregó a Jesús, luego de ser azotado, para que fuese crucificado» (Marcos 15:15).
De esta forma, la redención de Jesús buscó suplicar la misericordia de Dios ante los pecados del hombre.
Tercer derramamiento de la sangre de Jesús: la conquista
La tercera oportunidad en la que Jesús derramó su sangre fue en Roma, luego de ser entregado por Pilato a los soldados y que estos le colocaran una corona de espinas, ocasionando su derramamiento de sangre y cancelando la maldición de los pecados del hombre originados desde Adán.
«Los soldados del gobernador llevaron a Jesús, lo desnudaron, colocaron un manto de escarlata y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas; escupiéndole, tomaban caña y le golpeaban la cabeza» (Mateo 27:27-30).
La corona de espinas hace referencia a aquellas maldiciones que, por pensamientos impuros o bloqueos personales, impiden al hombre conquistar satisfactoriamente aspectos de su vida.
Cuarto derramamiento de la sangre de Jesús: la identidad
La cuarta ocasión en la Jesús derramó su sangre en la tierra, fue cuando le arrancaron la barba, representando la aceptación ante el rechazo y humillación que padeció. Dios acepta a todos los hombres justos por igual, aunque otros los rechacen o se avergüencen de ellos.
«Es como el buen oleo colocado utilizado sobre la cabeza, desciende sobre la barba de Aarón y baja hasta el borde de las investiduras» (Salmos 133:2).
Quinto derramamiento de la sangre de Jesús: la productividad
La quinta oportunidad en la Jesús derramó su sangre en la tierra, fue producto de los clavos en sus manos, representando un quebranto en la miseria, improductividad, escasez y falta de creatividad del hombre.
Las manos, gracias al sacrificio de Jesús, ahora tienen la gracia de crear, transmitir, producir, bendecir y multiplicar las habilidades y dones dados por Dios para que estén a su servicio.
Sexto derramamiento de la sangre de Jesús: el propósito
La sexta vez en la que Jesús derramó su sangre por el hombre, fue en sus pies producto de los clavos de la cruz, permitiendo restaurar su propósito de vida y modificar su dirección a caminos correctos.
Dios creó al hombre con un objetivo definido: crear, ejercer autoridad y gobernar cumpliendo sus mandamientos y el evangelio dejado por su hijo, Jesús. Sin embargo, muchas veces el hombre, por ignorancia o tentación, se desvía de sus propósitos ocasionando malestar en Dios, por lo que es importante relacionarse con las personas correctas que le permitan cumplir ese fin.
Séptimo derramamiento de la sangre de Jesús: la consagración
La séptima oportunidad en la que Jesús derramó su sangre en la tierra, fue producto de la lanza sobre su costado, reflejando una victoria sobre la vida emocional del adversario, limpiando los pecados del hombre en la tierra y transmitiendo un mensaje de salvación.
«Uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, saliendo al instante sangre y agua» (San Juan 19:34)
La Sangre de Jesús brotó para que el hombre evite sufrir el abandono eterno, permitiendo la unión y reconciliación. Durante su permanencia en la tierra, enfrentó experiencias que marcaron un nuevo camino a las futuras generaciones, una nueva oportunidad.
El Poder del derramamiento de la sangre de Jesús
La sangre de Jesús, derramada en la tierra por el hombre, está asociada a la remisión de los pecados y la gloria de Dios, siendo una manifestación de salvación, arrepentimiento y clamor.
De esta forma, Dios le hace saber al hombre que aún está a tiempo de transformar su corazón, uniéndolo de este modo al poder de la sangre derramada por Jesús para librarlos de sus errores, dándole fuerza y motivos para amar a Dios y aprovechar al máximo todos los dones y habilidades que él ha dado, esto sin caer en riendas maliciosas.
Los 7 derramamientos de la sangre de Jesús transformarán el corazón del hombre y lavarán todos los pecados de las almas puras o arrepentidas, permitiendo la reconciliación con Dios.
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