Jesús Aparece En El Camino A Emaús

Jesús aparece en el camino a Emaús a dos de sus discípulos, días después de la crucifixión y la resurrección, mostrándose como un hombre común, que no fue reconocido de forma inmediata, por aquellos que lo siguieron.

En ese camino a una villa de Emaús Jesús se unió a estos dos discípulos, con quienes habló sobre lo que acontecía en Jerusalén, y llegando al lugar de destino le pidieron que los acompañara, y es en la cena que al ver bendecir el pan que se les revela que es Jesús quien los acompañaba.

Índice

Jesús aparece en el Camino a Emaús

Jesús aparece en el Camino a Emaús

En el camino a Emaús a once kilómetros de Jerusalén dos discípulos caminaban mientras conversaban sobre los acontecimientos ocurridos, en ese recorrido se les unió Jesús, a quien no reconocieron.

(Lucas 24:13-16)

«Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén.

E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que han sucedido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí,

Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Más los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen» (Lucas 24:13-16)

Jesús se acerca a los discípulos y no lo reconocen

Cuando se les acerca el aparente extraño para ellos, ellos siguen conversando, y es interesante el hecho que no reconocieran a Jesús luego de su resurrección.

Eso habla que no era el mismo Jesús que vieron en esas cruzadas donde lo acompañaron, pues tendría otro aspecto al que sus discípulos desconocían.

Ante eso Jesús se acercó y quiso indagar en lo que estaban conversando, saber que les afligía, ya que ellos conocían la profecía que de su propia boca habían escuchado.

A lo que se consigue duda, tristeza y escepticismo de lo que estas mujeres habían visto en el sepulcro.

Jesús indaga lo que pensaban sus discípulos

(Lucas 24:17-24)

«Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?

Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?

Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;

y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron.

Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha sucedido.

Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro;

y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también he visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive.

Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres con dicho, pero a él no le vieron. (Lucas 24:17-24)

Jesús siendo el maestro por excelencia al escuchar lo que ellos sentían les habló tomando lo dicho desde Moisés.

Con el fin de hacerlos entender que lo dicho por los labios del Mesías, se estaba llevando a cabo ante sus ojos, y por su falta de fe no lo podían ver.

Jesús reprende a los discípulos por la Palabra de Dios

(Lucas 24:25-26)

«Entonces él les dijo: !! Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!

¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés,

y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían» (Lucas 24:25-26)

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No vieron en fe a Jesús

Lo que sucedió con estos discípulos es una enseñanza para todos los creyentes, quienes deben permanecer mirando en fe a Jesús.

Esto pasa cuando la persona abandona su mirada del Señor y se deja guiar por sus pensamientos y razonamientos sus ojos son velados

Producto de la muerte de Jesús trajo con ello en sus discípulos esa decepción en sus corazones e incredulidad a lo dicho por Él, y sus ojos fueron velados al no reconocer al Jesús resucitado.

Esta enseña habla que cuando la fe se pierde no se puede ver la esperanza de lo prometido, ya que sus ojos se cierran a lo sobrenatural de Dios.

Lo intangible no lo pueden ver tangible producto de esa incredulidad que invade los corazones, y estos discípulos la habían perdido.

Se abren los Ojos de los Discípulos

Se abren los Ojos de los Discípulos

Luego que Jesús los reprende con respecto a eso pensamientos de duda que tenían los discípulos.

Afirmándoles que se debía cumplir todo lo dicho por los profetas desde Moisés para ver a ese Mesías prometido, traer la salvación al pueblo de Israel.

Cuando llegaron a la aldea Jesús hizo como que si fuese a otro lugar a lo que estos discípulos le dijeron que los acompañará, ya que era muy tarde, a lo que Jesús aceptó y los acompañó.

Los Discípulos llegan a la aldea

(Lucas 24:28-29)

«Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron a quedarse,

diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos» (Lucas 24:28-29)

Es en ese momento cuando ellos juntos en una mesa antes de comer, fueron abiertos los ojos de los discípulos para ver delante de su presencia a Jesús, quien les había enseñado a orar y bendecir los alimentos.

Se abren los ojos de los discípulos

(Lucas 24:30-31)

«Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio.

Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista» (Lucas 24:30-31)

En el momento que Jesús elevó el pan y lo bendijo, compartiéndolo con los discípulos produjo que ellos pudieran darse cuenta que ese "forastero", era el Mesías.

Era ese Jesús de la promesa de Dios, a quien vieron tangible luego de su resurrección.

(Lucas 24:32-35)

«Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?

Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, ya los que estaban con ellos,

que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón.

Entonces ellos contaban las cosas que les han sucedido en el camino, y cómo le han llamado desde el pan» (Lucas 24:32-35)

La promesa de la resurrección

Esto que aconteció delante de los ojos de los discípulos produjo el despertar de su fe, y pudieron ver como la promesa de Dios se estaba cumpliendo delante de ellos.

Ellos serían participantes de ese camino al que Jesús los llevaría al reencontrarse con todos con el poder adquirido en su resurrección.

(Lucas 24:13-16)

«Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados,

pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?

Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.

Y diciendo esto, les demostraron las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?

Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos. Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros:

que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos» (Lucas 24:36-44)

Jesús les quitó la incredulidad a sus discípulos

Jesús al encontrarse con los discípulos se consiguió incredulidad a pesar de que lo veían de forma palpable con su presencia.

Este encuentro serviría para poder quitar el velo de la incredulidad que como humanos aún ellos tenían, era una forma de mostrarles que todo lo que habían visto con Él en vida, lo seguirían viviendo.

Se puede decir que este momento serviría para romper en la vida de los discípulos la incredulidad heredada del hombre pecaminoso.

Poder comprender que Dios permanecía fiel a su lado, y debían cumplir la misión encomendada de llevar el Reino de los Cielos.

Jesús abrió el entendimiento a sus discípulos

(Lucas 24:36-49)

«Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, 

y resucitase de los muertos al tercer día;  y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones,

comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros;

pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto» (Lucas 24:36-49)

Con esta promesa que Jesús le daba a cada uno de los discípulos se cumpliría el plan de Dios, de llevar su palabra a toda criatura.

Y eso sería por medio del anuncio de las buenas nuevas de sus discípulos, quienes recibirían la promesa del Espíritu Santo.

(Lucas 24:50-53)

«Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo.

Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén» (Lucas 24:50-53)

De este modo, se puede decir que Jesús aparece ante sus discípulos para quebrar toda incredulidad que era heredada de sus antepasados.

Y es con el poder del Espíritu Santo que los ayudaría a vivir esa atmósfera divina como lo sentían cuando Jesús estaba a su lado.

De esta forma, gracias a ese momento que vivieron los discípulos todos los creyentes pueden tener esa experiencia de encontrarse con el Jesús resucitado.

Ese Jesús que se manifiesta en la vida de las personas a través del Espíritu Santo, quien le mostrará el camino a seguir.

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