Reflexión Del Águila Y El Hombre - Parábola
En muchas ocasiones ante las adversidades u obstáculos, el hombre suele cerrarse a las nuevas oportunidades por creer erróneamente que no tiene la capacidad o fortaleza necesaria para enfrentar esos retos y salir victoriosos, dando su brazo a torcer sin luchar hasta el último momento. En este sentido, la historia del águila y el hombre nos lleva a tener una reflexión sobre cómo enfrentamos las oportunidades, motivándonos a luchar y vencer todos los miedos para lograr salir victoriosos y cumplir los planes de Dios.
La reflexión del águila y el hombre permite analizar y ver los obstáculos desde otro punto de vista, percibiéndoles como una oportunidad para emprender nuevas acciones que nos ayuden a desarrollar al máximo los dones y habilidades que nos ha dado Dios para cambiar nuestro entorno y lograr el éxito. Es una muestra que nuestra mente muchas veces puede ser el mayor impedimento para lograr lo que tanto deseamos o para lo que estamos destinados.
Parábola del Águila y el hombre
En una oportunidad por el bosque, un hombre encontró un aguilucho desamparado. Al ver que necesitaba ayuda lo llevó hasta su hogar, dejándolo en el corral donde se encontraban sus pollos. El águila poco a poco se fue integrando al estilo de vida del resto de las aves, aprendiendo su comportamiento e ingiriendo los mismos alimentos que los pollos del corral.
En una oportunidad, un naturalista que pasaba por la casa del hombre notó el comportamiento poco común del águila, consultándole al propietario el motivo por el que esa águila, siendo el rey de todas las aves, se encontraba encerrada en un corral con pollos.
El hombre le respondió al naturalista que como le había dado desde pequeña los mismos alimentos que sus pollos y le había enseñado a ser como ellos, esta nunca aprendido a volar y se comportaba como un pollo más, por lo que no era un águila en sí. No obstante, el naturalista insistió que, a pesar de su conducta aprendida, tenía un corazón de águila, por lo que afirmó a esta aún se le podía enseñar a volar con toda seguridad.
Luego de discutir por un tiempo sus puntos de vistas, los hombres llegaron al acuerdo de probar si realmente el águila tenía la capacidad de volar. El naturalista fue hasta donde se encontraba, la tomó suavemente entre sus brazos y le exclamo: «Tú no perteneces a la tierra, sino al cielo, abre tus alas y vuela». No obstante, el ave estaba confusa sobre quién era realmente, por lo que al ver a sus compañeros habituales comiendo, saltó junto a los pollos y se comportó como ellos.
Sin dar su brazo a torcer, el naturalista tomó al águila y la llevó hasta el tejado de la casa, animándola a volar repitiendo sus anteriores palabras: «Eres un águila, abre tus alas y vuela», pero el ave tenía miedo de enfrentarse a un obstáculo desconocido, decidiendo saltar y reunirse nuevamente con el resto de los pollos para comer.
Al tercer día, el naturalista se despertó temprano y fue a buscar al águila, sacándola del corral y llevándola hasta la cima de una montaña. Al llegar al lugar establecido, alzó al águila como el rey de todas las aves y la animó nuevamente diciéndole: «Eres un águila, tú perteneces tanto a la tierra como al cielo. Abre tus alas y vuela».
El águila observó su entorno, miro hacia el corral donde se encontraban los pollos y hacia el cielo, sin embargo, continuó sin volar. El naturalista al notar esto, la levantó de forma enérgica en dirección al sol. El águila temblando comenzó a abrir sus alas lentamente para emprender su vuelo en el cielo con un grito de triunfo.
Posiblemente el águila aun recuerde con nostalgia los pollos con los que se crió, incluso hasta quizás continúe visitándolos y pernotando en el corral. No obstante, el águila nunca más volvería a vivir como un pollo, a pesar de ser criada y domesticada como ellos, ella siempre fue un águila.
Reflexión del águila y el hombre
La parábola del águila y el hombre refleja la vida de muchos hombres en la actualidad, los cuales por la pérdida de valores en la sociedad han ido perdiendo poco a poco su verdadera identidad y su propósito de vida.
Muchas veces ante los obstáculos preferimos seguir con nuestra cotidiana, evadiendo todas aquellas oportunidades de progreso por temor al cambio o a fracasar, dejándonos llevar por esos pensamientos que limitan nuestro actuar e imposibilitan la opción de ver las adversidades desde otras perspectivas y cambiar nuestro entorno.
No porque algo siempre ha sido así debemos mantenerlo en nuestras vidas, los cambios muchas veces suceden para mejorar y son oportunidades únicas que nos da Dios para emprender nuevos proyectos y desarrollar todas las habilidades y dones que nos ha dado.
De la misma forma que se pueden presentar dificultades en nuestro día a día que afecten nuestros planes, puede ocurrir con nuestro crecimiento personal, llevándonos a pasar desapercibidas oportunidades únicas al acostumbrarnos a la cotidianidad, lo cual se convierte en una barrera que nos limitará hasta que decidamos dar ese gran paso y elevarnos sobre todos aquellos obstáculos.
No obstante, para lograr crecer debemos reconocer nuestra verdadera identidad, es decir, identificar tu esencia natural como persona, dejando a un lado todo aquello que te han hecho creer de ti o que te han obligado adoptar para acoplarte a la sociedad, eso solo son adornos que no reflejan realmente tu potencial ni quien eres.
Es momento de expandir tus alas e identificar realmente tu potencial. Es hora de descubrir si lo que haces en tu día a día y si tu área de estudio o profesión realmente reflejan tu corazón o solo son imposiciones de tus padres, amigos o la sociedad en general.
Evalúa tu esencia, descubre quién eres verdaderamente y emprende tu vuelo a la libertad, Dios te hizo a su imagen y semejanza con un propósito dado, no dejes que la sociedad te mantenga apresado en un corral y ve por tus sueños y metas, confía en el poder que te ha dado el Señor y verás que lograrás todo lo que te propongas.
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